viernes, 9 de julio de 2010

Escolios a los escolios # 3

-Los hombres cambian menos de ideas que las ideas de disfraz. En el decurso de los siglos las mismas voces dialogan.

Y las mismas interrogaciones alimentan aquellas voces.

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-El hombre inteligente no vive nunca en ambientes mediocres. Un ambiente mediocre es aquél donde no hay hombres inteligentes.

Un hombre inteligente no basta para superar la mediocridad de un ambiente, porque como decía Heráclito: "Los tontos, aunque escuchan, son como los sordos. A ellos el adagio aplica que: 'aunque presentes están ausentes'."

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-Después de definir al hombre tenemos que modificar inmediatamente nuestra definición, porque la conciencia de esa definición lo transforma.

Pero lo transforma de acuerdo a un sustrato anterior. Así, la misma definición transformará a distintas civilizaciones de maneras completamente diferentes.

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-La verdad se pervierte cuando olvida el concreto proceso en que nace.

Por ello Gómez Dávila dirá en otra ocasión: "El cristianismo degenera, al abolir sus viejos idiomas litúrgicos, en sectas extravagantes y toscas.
Roto el contacto con la antigüedad griega y latina, perdida su herencia medieval y
patrística, cualquier bobalicón se convierte en su exégeta."

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-El amor es el órgano con que percibimos la inconfundible individualidad de los seres.

Pero al mismo tiempo y gracias al amor entendemos que todos comparten algo que los hermana.

miércoles, 7 de julio de 2010

Escolios a los escolios # 2.

-Nuestra época hace mejor que las demás lo que puede hacerse sin talento.

Y peor lo que requiere talento.

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-El universo es importante si es apariencia, insignificante si es realidad.

Aquí Gómez Dávila arremete contra la tradición filosófica que ha dicho lo contrario: que el Universo es insignificante si es apariencia (idealismo) e importante si es realidad (materialismo). ¿Cómo explicar esta posición de don Colacho? El universo es insignificante si es realidad, porque entonces la realidad sería insatisfactoria y anodina, ya que para don Colacho, como buen católico, lo importante es lo que está más allá de este mundo...y si no hay nada más, pues nada importa.

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-Las civilizaciones son bullicio estival de insectos entre dos inviernos.

La civilización no es un fenómeno necesario ni constante.
La civilización sube y baja, aparece de vez en cuando en la historia con mucho bullicio, y luego desaparece para dar paso a inviernos...

Lejos del pensamiento de J. de Maistre que divinizaba los orígenes, para Gómez Dávila la civilización no depende de su lugar cronológico. La historia humana no es una de constante progreso, pero tampoco es una donde el pasado siempre fue mejor, pues como don Colacho le dijo alguna vez a Mosebach: "La civilización vivió sus tiempos dorados entre Constantino y Dante", lo que significa que para Gómez Dávila la Edad Media era superior a la Antigüedad clásica. Así que entre más lejos se va no necesariamente se es más civilizado o hay más civlización.

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-La mente moderna se anquilosó por creer que hay problemas resueltos.

Para pensar y avanzar intelectualmente hay que tener problemas. No se piensa si todo está solucionado. El moderno vive bajo la ilusión de que los problemas que le quedan son de pequeña importancia y por eso ya ni siquiera los piensa. Por eso irónicamente el anquilosado no es el reaccionario (que sí tiene un agudo sentido de los problemas y los piensa) sino el moderno.

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-Las lumbreras de este siglo son fuegos fatuos en la planicie pantanosa de una sociedad putrefacta.

Sí, pero lo putrefacto siempre es muy inflamable, sobre todo cuando hay fuegos cerca.

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-A la civilización la distingue de sus simulacros lo que parece trivial al tonto.

Lo que le parece trivial al tonto son las normas de cortesía, de educación, de relacionarse, de mandar y obedecer, en suma: las normas sociales. El tonto cree que son triviales, sin importancia, y pueden ser reemplazadas sin ninguna dificultad y sin ninguna consecuencia negativa.

Escolios a los escolios # 1.

Bienvenidos a este blog. Aquí me dedicaré a comentar algunos escolios de Nicolás Gómez Dávila.

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- El que no se acomoda a evidencias contrarias se aloja finalmente entre imposturas coherentes.

El mundo no es un todo coherente sujeto a nuestra lógica basada en el principio de no contradicción. Hay evidencias fuera de la comprensión humana, de lo estrictamente lógico, y lo máximo que podemos hacer es acomodarnos a ellas, en vez de hacerlas coherentes y por lo tanto falsearlas.

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-De la actual anemia del arte culpemos a la doctrina que aconseja a cada artista preferir la invención de un idioma estético propio, al manejo inconfundible de un idioma estético común.

El arte contemporáneo exige la originalidad por encima de la calidad. Se lee casi siempre en una crítica elogiosa que el artista es "original", como si eso por sí mismo reemplazara o fuera sinónimo de la calidad.

Por otro lado, podría decirse que el arte es una gran familia lingüistica y que cada gran artista habla un idioma (el barroco, el gótico, etc.) con un acento único. Bach, por ejemplo, hablaba barroco con acento de alemán protestante que no temía componer misas católicas.

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-Para sanar al paciente que lesionó en el XIX, la sociedad industrial tuvo que embrutecerlo en el XX. La miseria espiritual paga la prosperidad industrial.

La industrialización hace que todo vaya más rápido y sólo es posible tener vida espiritual tomando las cosas lentamente, pues el alma sólo aparece y se desarrolla cuando uno se toma el trabajo de encontrarla, cuando uno mira hacia adentro, lo que requiere de mucho tiempo y paciencia.

En una época industrial sólo pueden tener alma aquellos que se rebelan contra ella, es decir, los reaccionarios.

Los esclavos corporativos, los verdaderos idiotas útiles, lo quieren todo rápido y su alma no se rebela porque sencillamente no tienen o es anémica.

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-El ignorante debe esquivar cuidadosamente los libros condescendientemente escritos para él.

Cuando las ideas complejas se simplifican, se falsean.