miércoles, 7 de julio de 2010

Escolios a los escolios # 2.

-Nuestra época hace mejor que las demás lo que puede hacerse sin talento.

Y peor lo que requiere talento.

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-El universo es importante si es apariencia, insignificante si es realidad.

Aquí Gómez Dávila arremete contra la tradición filosófica que ha dicho lo contrario: que el Universo es insignificante si es apariencia (idealismo) e importante si es realidad (materialismo). ¿Cómo explicar esta posición de don Colacho? El universo es insignificante si es realidad, porque entonces la realidad sería insatisfactoria y anodina, ya que para don Colacho, como buen católico, lo importante es lo que está más allá de este mundo...y si no hay nada más, pues nada importa.

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-Las civilizaciones son bullicio estival de insectos entre dos inviernos.

La civilización no es un fenómeno necesario ni constante.
La civilización sube y baja, aparece de vez en cuando en la historia con mucho bullicio, y luego desaparece para dar paso a inviernos...

Lejos del pensamiento de J. de Maistre que divinizaba los orígenes, para Gómez Dávila la civilización no depende de su lugar cronológico. La historia humana no es una de constante progreso, pero tampoco es una donde el pasado siempre fue mejor, pues como don Colacho le dijo alguna vez a Mosebach: "La civilización vivió sus tiempos dorados entre Constantino y Dante", lo que significa que para Gómez Dávila la Edad Media era superior a la Antigüedad clásica. Así que entre más lejos se va no necesariamente se es más civilizado o hay más civlización.

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-La mente moderna se anquilosó por creer que hay problemas resueltos.

Para pensar y avanzar intelectualmente hay que tener problemas. No se piensa si todo está solucionado. El moderno vive bajo la ilusión de que los problemas que le quedan son de pequeña importancia y por eso ya ni siquiera los piensa. Por eso irónicamente el anquilosado no es el reaccionario (que sí tiene un agudo sentido de los problemas y los piensa) sino el moderno.

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-Las lumbreras de este siglo son fuegos fatuos en la planicie pantanosa de una sociedad putrefacta.

Sí, pero lo putrefacto siempre es muy inflamable, sobre todo cuando hay fuegos cerca.

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-A la civilización la distingue de sus simulacros lo que parece trivial al tonto.

Lo que le parece trivial al tonto son las normas de cortesía, de educación, de relacionarse, de mandar y obedecer, en suma: las normas sociales. El tonto cree que son triviales, sin importancia, y pueden ser reemplazadas sin ninguna dificultad y sin ninguna consecuencia negativa.

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